martes, 28 de enero de 2020

LA OTRA CARA DE LAS NUBES DE MAGRITTE



19 de Julio de 2003, sábado

Escribo desde el avión medio vacío que nos lleva a Estocolmo. Son las dos menos veinte de la tarde y estamos atravesando Dinamarca.

He visto el mar desde el cielo. Trajes de cuadros marrones y dorados con algo de verde, formando las llanuras de Francia. El contorno de una isla y una serpiente grande y marrón que es el Sena a su paso por París. Al atravesar Bélgica he admirado la otra cara de las nubes de Magritte y el color grisáceo de las islas Frisias en Holanda. Mar, mar, sólo mar y de vez en cuando algodones blancos sobre el agua.

Miro la pantalla del avión que indica Gottemburgo a una temperatura exterior de –48º y otra vez las nubes que semejan a la nieve del Ártico.

Siempre llevas la mirada hacía arriba a pesar de estar ya en casi lo más alto, no sabes que sucede debajo. El que está por encima tiene la visión de la luz y su blancura y desconoce lo que pasa en el subsuelo. En este instante reconozco, literalmente, el sentimiento de “vivir en una nube”. Desde aquí, desde la cúspide, todo es lo que no es, sólo se le parece.


A estas alturas del viaje y después de un pequeño almuerzo, la mayoría de pasajeros duermen o han cerrado los ojos.

Según el mapa y las flechas, ya estamos en Suecia. Son las dos hora local y de destino. Dos mil cuatrocientos veinte Kms desde que dejamos Madrid.

El avión comienza a descender. La temperatura llegó a ser de –68º Fahrenheit, Latitud 59, Longitud 19. El comandante nos anuncia que en nuestro destino hay 28º ¿Será verdad?

Siguen las nubes, en desorden, como cúmulos de algodón que flotan en el espacio. Telarañas blancas sin soporte. Veo bosques y llanuras de distintas tonalidades del verde. Las casas ordenadas. ¿El mar? ¿Vuelve el mar? No. Son los lagos transparentes y la estela de dos barcos sobre el agua de otro verde. Lagos grandes con rebaba, pequeños, redondos, regulares, irregulares, de formas caprichosas. Algunos me recuerdan a los paramecios. Son los lagos que se alargan, se mezclan y suceden con los prados, casi del mismo color.

Poco a poco vamos bajando de las nubes para tocar el suelo. A David no le gusta esta bajada y noto su miedo. Han pasado tres horas de estar arriba. Ahora pisamos suelo de Estocolmo. Hemos llegado a Suecia.


Continuará....




















2 comentarios:

Sor Austringiliana dijo...

Nubes de nieve ahí abajo. ¿O ahí arriba?

Ele Bergón dijo...

Solo arriba, abajo no las vi.
Gracias por pasarte por aquí